Río Suquia Paseos Educativos te invita a conocer la Reserva:

El presente trabajo es fruto de una larga tarea de búsqueda, recopilación y selección de los artículos temáticos más relevantes sobre el Cerro Colorado y las pinturas rupestres en general. Asimismo, he privilegiado aquellos que son de una lectura clara y didáctica.
Tengo como objetivo que este trabajo sirva como referencia para conocer más a fondo esta Reserva Cultural Natural ubicada en la Provincia de Córdoba (Argentina), además de servir de material de apoyo a los estudiantes que la visitan año a año.
Durante 28 años de actividad como profesional en turismo he tenido la dicha de acompañar y guiar a centenares de alumnos por esta reserva, y un fuerte lazo de cariño se ha formado con esta tierra. Que sea entonces este blog una forma respetuosa de agradecer y valorar al cerro y su gente.
Eduardo Marconetto

Una Reserva única...

Transcripción de un impreso institucional de la Agencia Córdoba Ambiente, para la distribución entre los visitantes.

Cerro Colorado fue declarado Reserva Cultural Natural por Decreto del gobierno provincial Nº 2821 del 13 de Octubre de 1992.

La Reserva abarca una superficie de 3000 ha. de tierras privadas repartidas entre los departamentos Tulumba, Sobremonte y Río Seco, en el norte de la Provincia de Córdoba. Se trata de una Reserva que encierra una gran singularidad basada en sus característicos cerros rojizos, sus bosques relictuales de mato y el valor arqueológico extraordinario de las pictografías que adornan sus aleros y cuevas de areniscas. Por tal razón fue declarado Monumento Histórico Nacional mediante Decreto 881 del año 1961 y Parque Arqueológico y Natural por Decreto Ley 4861-B del día 30 de Diciembre de 1957.

La Reserva alberga bosques de mato únicos en el territorio provincial, como así también fauna característica de regiones de contacto entre Chaco de llanura y Chaco Serrano.

La Reserva Cultural Natural Cerro Colorado se ubica en la intersección de los Departamentos Tulumba, Sobremonte y Río Seco, unos 160 Km. al norte de la ciudad de Córdoba. Comprende un conjunto de cerros (Colorado, IntiHuasi, Veladero y Condorhuasi) entre los cuales corre el Río Los Tártagos, límite entre los departamentos Sobremonte y Río Seco con Tulumba.

MEDIO NATURAL

Los rasgos más sobresalientes del paisaje de Cerro Colorado están dados por el color particular de las areniscas rojas conforman sus cerros, los bosques que cubren las laderas y por numerosas pictografías indígenas que cubren sus aleros y abrigos rocosos, conocidos como “casas de piedra”. Estos tres elementos brindan a la Reserva un carácter singular y un notable valor para la conservación del patrimonio, tanto natural como cultural.

GEOLOGÍA - GEOMORFOLOGIA

La Reserva Cultural Natural Cerro Colorado se encuentra enclavada en la región natural Sierras del Norte (faldeo oriental) y por ende participa de muchos de sus caracteres ambientales, aunque su litología le confiere una identidad muy particular. La mayor parte de las formaciones rocosas que se observan en la Reserva son sedimentarias y el paisaje característico del área se debe al modelado de esas rocas sedimentarias (areniscas rojas continentales de edad permotriásica). Su coloración, roja en toda una gama de matices, que da nombre al cerro, se debe a la presencia de óxidos de hierro en el material cementante que une los granos de arena que la forman, coloración que fue acentuada a causa de rigurosas condiciones climáticas pasadas.

Estos estratos rojos son restos erosionados de una potente cubierta sedimentaria cuya aparición ocurre normalmente en el borde de las sierras, y que se originó como resultado de la destrucción de las montañas antiguas. Posteriormente fueron fracturados sin plegar durante la reactivación tectónica del terciario, que originó el levantamiento de la Cordillera de los Andes. El granito fue fracturado, lo que motivó que algunos bloques se hundieran y otros se elevaran. Sobre los bloques hundidos persisten las areniscas rojas, mientras que en algunas cuestas y sierras vecinas se observa el granito.

CLIMATOLOGIA

El clima es templado cálido a subtropical con estación seca en invierno. Las precipitaciones anuales históricas alcanzan los 680 mm, con una evapotranspiración potencial de 900mm, lo que define un déficit de agua importante aunque no extremo. Cabe destacar las variaciones estacionales de la precipitación y la evapotranspiración, ocurriendo períodos con déficit hídrico entre junio y noviembre y condiciones de equilibrio y aún de exceso de agua, entre diciembre y mayo. Esta distribución pluviométrica es característica de un régimen monzónico. La amplitud térmica es muy elevada, con máximas y mínimas absolutas de 41º C y –8º C, respectivamente.

Las heladas ocurren todos los años entre los meses de mayo a septiembre, con fecha media de ocurrencia el 4 de junio para las primeras heladas y el 26 de agosto para las últimas; el período medio libre de heladas es de 282 días. Los vientos predominantes son del noreste y sudeste.

Hidrografía

El arroyo Los Tártagos atraviesa el área de Cerro Colorado. Este arroyo forma parte de uno de los numerosos sistemas hidrográficos dispersos que esculpen el sector oriental serrano y pedemontano y que, por lo exiguo de sus caudales, no alcanzan a derramar en el Mar de Ansenuza (Mar Chiquita), sino que se infiltran en la llanura, aunque forman parte de esta gran cuenca endorreica.

Edafología

Una importante proporción de la reserva (10-15%) corresponde a afloramiento de roca desnuda. Las areniscas tienen una composición mineralógica geoquímicamente muy estable. En las laderas hay suelos muy someros y pedregosos (Ustorthent lítico, 60%), muy susceptibles a la erosión hídrica e inestables si se modifican sus condiciones naturales. En los valles y pie de escarpas se desarrollan suelos más profundos (>75 cm.) y menos pedregosos (Haplústoles páquicos, 20 %) que resultan de la acumulación de materiales de materiales enriquecidos de materia orgánica, arrastrados de las laderas y Ustifluventes mólicos (10%), franco arenosos, algo excesivamente drenados y con baja capacidad de retener humedad, por lo que la vegetación es altamente dependiente de las precipitaciones.

VEGETACIÓN

La Reserva Cultural Natural Cerro Colorado se encuentra ubicada en el Distrito Chaqueño Serrano, dentro de la Provincia Fitogeográfica Chaqueña. Este Distrito ocupa la mayor parte de las sierras y montañas bajas del centro y noroeste de Argentina e incluso del sur de Bolivia. Su vegetación varía en composición y fisonomía con la altitud confirmando pisos altitudinales o zonas de vida. El piso inferior es el del Bosque Serrano, al que suceden a mayor altura el Matorral y los Pastizales Serranos. Debido a que las máximas altitudes en la reserva no superan los 1000 m, solo se encuentra bien representado el Bosque Serrano.

El límite inferior del piso del bosque serrano desciende en esta zona por debajo del Cº Colorado, aproximadamente entre las cotas 400 y 500 m. La comunidad vegetal más característica de la Reserva es el bosque de mato (Myrcianthes cisplatensis), árbol ampliamente distribuido en las sierras de Catamarca, Salta, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, y también en hábitat ribereños en el sur de Brasil y en Uruguay. Su presencia en las sierras de Córdoba representa su punto más austral de distribución. Es fácilmente reconocible por su tronco de color claro y su textura lisa. En las quebradas más húmedas, próximas a corrientes de agua, se desarrollan bosques con abundancia de especies trepadoras, que parecen verdaderos fragmentos de selva.

Acompañan a la especie dominante otros árboles típicos del Chaco Serrano como el molle de beber (Lithraea ternifolia), el coco (Fagara coco) y el piquillín de la sierra (Condalia montana). Se trata de un bosque de mediana altura, semideciduo, que ocupa laderas escarpadas y llega, según la exposición, hasta cerca de las cumbres de los cerros.

El fondo de las quebradas está ocupado por bosques de ribera, que se componen principalmente de algarrobos (Prosopis nigra, P. Chilensis y P. Chilensis), tala (Celtis tala), coco, quebracho blanco (Aspidosperma quebracho blanco), chañar (Geoffroea decorticans), mato, garabato (Acacia praecox), manzano del campo (Ruprechtia apetala), palma (Trithrinax campestris), etc.

En la parte basal de los cerros y en las quebradas transversales abiertas a la llanura, conviven elementos serranos y de las planicies, como algarrobos, tala, mistol (Ziziphus mistol), manzano del campo, quebracho blanco, cardón (Stetsonia corine), ucle (Cereus validus), etc., a los que se agregan a mayor altitud el molle blanco (Bumelia obtusifolia) y el piquillín de la sierra.

En el estrato medio sobresalen arbustos como espinillo (Acacia caven), tusca (Acacia aroma), tala churqui (Celtis pallida), tintitaco (Prosopis torquata), albarillo del campo (Ximena americana), mistol del zorro (Castela coccinea), entre otros. En las cuencas intermontanas es más abundante la palma.

En las cumbres de los cerros más elevados y en sitios perturbados predominan arbustos como el espinillo y la chilca (Flourencia campestris). La palma también se presenta en esas comunidades, siendo cada vez más abundante a medida que se asciende.

FAUNA

La fauna silvestre que habita en esta reserva posee representantes de distinto linaje, principalmente en el grupo de las aves. Sus quebradas con bosques de mato albergan una nutrida avifauna típica de ambientes de las selvas del noroeste de Argentina.

Además, los bosques que ascienden desde las planicies del este, enriquecen su fauna por la presencia de representantes del Chaco de llanura. Así, podemos encontrar especies típicas de los bosques del llano como inambú montaraz (Nothoprocta cinerascens), anó o pirincho negro (Crotophaga aní), canastero chaqueño (Astenes baerí), chuña patas negras o chica (Chunga burmeisterí), chinchero grande (Drimornis bridgesii), gallito copetón (Rhinocripta lanceolata), cortarramas o quejón (Phytotoma rutila), caserote castaño (Pseudoseisura lophotes) y un ave muy escasa en los bosques de la provincia, la charata o pava del monte (Ortalis canicollis).

Por otro lado, en los bosques serranos de mato, se encuentran especies de aves típicas de los ambientes húmedos del noroeste argentino, como arañeros cara negra (Geothlypis aequinoctiales) e inambú silbón o mollera (Nothoprocta pentlandí), que debe su nombre vulgar a su típico silbido en las quebradas; también puede escucharse el triste canto de una paloma de monte o bumbuna (Leptotila verreauxí), cuyo nombre común responde a la onomatopeya de su canto. También frecuentan estos ambientes el caburé o rey de los pajaritos (Glaucidium brasilianum), que preda sobre pequeñas aves, y el azor o gavilán de monte (Accipiter striatus), de larga cola y alas cortas, diseño que le permite evolucionar en los bosques cerrados.

En los alrededores de los cerros podemos ver planear grupos de aves carroñeras como el jote cabeza negra o congo (Coragyps atratus) y jotes cabeza colorada (Cathartes aura), además del escaso halcón peregrino (falco peregrinus) que nidifica en las repisas de los faldeos, y algunas águilas escudadas (Geranoetus melanoleucus). El cóndor (Vultur Gryphus) ya se extinguió en estas serranías quedando solo evidencia de su pasada presencia en las pinturas rupestres. Puede sorprendernos en horas crepusculares el vuelo de una gran rapaz, el águila coronada o copetona (Harpyhaliaetus coronatus), que puede observarse ocasionalmente persiguiendo grandes presas como vizcachas (Lagostumus máximus), conejos de los palos (pediolagus salinícola) y tortugas de tierra (chelonoides chilensis).

En esta reserva podemos observar habitualmente a mamíferos como zorros grises (Pseudalopex griseus), el simpático zorrino (Conepatus chinga), comadrejas moras (Didelphys albiventer), hurones comunes (Galictis cuja) y, ocasionalmente, el gato montés (Oncifelis geoffronyí) y el gato colorado o guina (Herpailurus yaguaroundí).

Entre los mamíferos de mayor porte que viven en estas sierras se encuentran el pecarí o chancho del monte (Pecarí tajaccú), la corzuela o cabra del monte (Mazama guazoubira) y el puma (Puma concolor).

También puede observarse en Cerro Colorado una importante variedad de reptiles; serpientes venenosas como la cascabel (Crotalus durissus), que delata su presencia con su sonajero, la yarará grande o de la cruz (Bothrops alternatus) y la agresiva yarará chica o cola blanca ( Bothrops neuwiedí). Además, habitan estos cerros varias culebras, como la falsa yarará o sapera (Waglerophys merremí), así llamada por sus hábitos de predar sobre los anfibios, la culebra verde (Phylodrias baroni), de respingada nariz y hábito arborícola, que persigue a pichones de aves y mamíferos, es habitual observar a una llamativa culebra ofiófaga que persigue a víboras venenosas, la musurana o víbora del hombre (Clelia occipitolutea), de notable color negro azabache, como así también varias lagartijas y chelcos de los árboles.

Entre los anfibios de la reserva se destaca un sapo de gran tamaño, de neta estirpe chaqueña, el sapo buey, rococó o tapa tapa (bufo paracnemis), detectable por su inconfundible canto que reproduce algunos de sus nombres vulgares. También se presentan sapos comunes (bufo arenarum) y ranas (Leptodactylus gracilis), y un pequeño representante como el sapito de colores (Melanophryniscus stelzneri) de llamativa piel negra con manchas amarillas y rojas, especie que fue activamente cazada para exportarlo como mascota, por lo que sufrido una disminución significativa en sus poblaciones.

RESEÑA HISTÓRICA

A lo largo de milenios, el viento y el agua han erosionado las rocas sedimentarias que conforman las sierras de Córdoba. En el Cerro Colorado, sus efectos dan al paisaje un rasgo característico: aleros, abrigos y oquedades en medio de quebradas boscosas. Varios siglos antes de la conquista española, poblaciones de horticultores aldeanos se asentaron en la región. Habían domesticado la llama y en pequeñas chacras junto a cursos de agua cultivaban maíz, frijoles y quinua. Aprovechaban los frutos de la algarroba y el chañar y cazaban corzuelas y guanacos.

Vivían en aldeas próximas unas a otras, en viviendas construidas como habitaciones semi-subterráneas que los arqueólogos denominaban “casas pozo”.

Estaban organizados bajo el mando de un cacique principal, cuya influencia abarcaba un amplio territorio; a veces, de él dependían grupos menores o “parcialidades”, bajo el mando de caciques secundarios.

Los yacimientos arqueológicos muestran la tecnología que utilizaban en su vida cotidiana: una alfarería sencilla, de formas globulares, a veces completamente alisada y otras decoradas con incisiones geométricas o con improntas de redes o cestas; torteros de cerámica para realizar sus labores textiles; morteros y conanas para moler granos, mazas, bolas arrojadizas y puntas de proyectil en piedra para la caza.

El espacio que hoy conocemos como Reserva Cultural y Natural del Cerro Colorado, posee una característica notable en el territorio provincial. Durante cientos de años, los pueblos indígenas de la región utilizaron los aleros y abrigos rocosos como expresión de sus actividades mágico-religiosas. En los cerros Colorado, Veladero e IntiHuasi, y en los parajes de El Pantanillo, La Quebrada y El Desmonte, los aborígenes pintaron y grabaron más de 35.000 motivos en las paredes, techos y bases de los aleros y paredones. Con trazos finos o gruesos, con líneas continuas o discontinuas, ejecutaros figuras humanas y animales, diseños abstractos y geométricos. De las rocas obtenían la materia prima para los colores: el sulfato de calcio para el blanco, el óxido de hierro para el rojo, la pirolusita para el negro; las grasas animales y el agua proveían el aglutinante, mientras que los dedos o los pinceles fabricados a tal efecto eran los instrumentos para aplicar los colores sobre las rocas.

El arte rupestre de los abrigos y aleros del Cerro Colorado expresa una forma de comunicación de un universo desaparecido: figuras humanas indígenas mostrando acciones colectivas y representaciones de animales que hoy se constituyen en un verdadero catálogo de la fauna autóctona. En las pictografías más tardías aparecen además los motivos del contacto hispano-indígena, en especial figuras de españoles y sus cabalgaduras.

Hasta hoy no se conoce con certeza quiénes fueron los autores de ese arte rupestre; de sus pinturas se desprende que fueron grupos que desarrollaban técnicas de caza, guerra, pastoreo y rituales de manera preferencial. Los indígenas del norte de Córdoba y sur de Santiago del Estero (Comechingones, Sanavirones, Juríes), que se desplazaban por el territorio hasta la llegada de los españoles tal vez fueron los herederos de una práctica pictórica de larga data. Una práctica que no se había desarrollado más allá del siglo XVII cuando, por efectos de la conquista, se extinguieron en la región.

TURISMO

Se encuentra ubicada en el centro del Área Turística Norte, de antigua raigambre histórica en el contexto provincial. El área se destaca por la cantidad, variedad y calidad de sus recursos patrimoniales, tanto naturales como histórico-culturales.

El sitio arqueológico-natural, indudablemente, constituye su recurso de máxima atractividad, dado que es uno de los testimonios mayores del desarrollo artístico y cultural precolombino en nuestro territorio.

También se destacan los poblados que jalonaban el antiguo Camino Real del Alto Perú, entre los cuales podemos mencionar a Villa Tulumba, San Pedro Norte, San José de la Dormida, Avellaneda, Villa del Totoral, Cañada del Río Pinto, San Francisco del Chañar, Villa de María de Río Seco, Villa de Quilino. En todas estas localidades es posible combinar historia, tradiciones rurales y estadía en ambientes caracterizados por su ritmo desacelerado, propio de las modalidades alternativas del turismo. El área norte, en síntesis, es la región turística cordobesa en la que con mayor fuerza se mantiene la asociación entre naturaleza. historia, patrimonio y turismo alternativo de bajo impacto.