Nombrar a Cerro Colorado sugiere, actualmente, transportarse en forma imaginaria hacia tiempos en los que el hombre que era dueño de estas tierras aprendía con la naturaleza el desafío de la existencia diaria.
Su testimonio, que no pudo ser borrado por los siglos, permanece intacto y abierto a los ojos del hombre de este tiempo. Está en las paredes de los aleros que penetran el complejo orográfico formado por elevaciones que, por extensión, son conocidas en conjunto como Cerro Colorado.
Entre ellas se encuentra el Cerro Veladero (810 m.s.n.m), Colorado (830), IntiHuasi (772), Condorhuasi, La Mesada, y Muñuño o Ulloa. Están constituidos por rocas sedimentarias de tonos rojizos, lo que ha originado la denominación “colorado”.
Las profundas quebradas que se dibujan entre los picos dan curso a reducidos caudales de agua, que forman luego el Río de Los Tártagos.
La Reserva posee además un interesante patrimonio florístico y faunístico, representativo de la región del “Chaco Serrano” a la cual pertenece, cuyo exponente de mayor significación es el bosque que cubre la totalidad del área, compuesto principalmente por el “mato” (mycianthes cisplatensis)
Además, como valor agregado -si aún fuese necesario-, es allí en Agua Escondida, en su querido Cerro Colorado donde Atahualpa Yupanqui construye su casa -hoy museo-, y que es visitada anualmente por centenares de estudiantes y turistas en general, como un acercamiento a su profunda y vasta obra de poeta, guitarrero y cantor... un decidor, un portavoz de su tierra, de su gente...